El caos europeo puede ser una oportunidad

«Nunca hay que desperdiciar una crisis», decía Rahm Emanuel, el primer jefe de Gabinete de Barack Obama. El desmadre en la Eurozona es de tal calibre, debido a la falta de una política coherente, que Italia ha sido conducida al borde de un abismo desde cuyo fondo la observa Grecia. A España, de momento, los mercados la perdonan porque tenemos un cambio político en ciernes, pero no lo harán por mucho tiempo.

La política exterior es uno de los activos que más se deterioraron en los años de Zapatero. No fue la marca España sino su desinterés personal el que nos impidió aprovecharnos de las ventajas de la diplomacia directa. Delegó en Moratinos, un tipo cuya pasión era Oriente Próximo, cuando nuestros intereses están en Europa, en América y en Asia.

Hoy, España no tiene fuerza alguna para intentar modular lo que ocurre en la Eurozona. Y están pasando cosas muy importantes. Aunque lo nieguen, Francia y Alemania están trabajando en la formulación de una zona euro reforzada, separada de la zona euro periférica. Impuestos y presupuestos comunes son el primer paso anunciado por Merkel y Sarkozy el 16 de agosto pasado.

La propuesta no será tan grosera como crear dos euros, pero sí implantar un Tesoro común que administre la colocación en el mercado de los eurobonos a los cuales sólo tendrán acceso «los países virtuosos», como dijo Sarkozy hace casi un año. Sería como un acuerdo de Schengen monetario.

El debate de los dos euros saltó a la actualidad coincidiendo con la crisis italiana por varias razones. La primera, porque su economía es demasiado grande para ser rescatada y en segundo lugar, porque el ajuste italiano agudizará los problemas que ya arrastra ese país desde hace tres lustros: su progresiva pérdida de competitividad y la falta de crecimiento. Y saltó como contrapartida a las voces que piden que la consolidación fiscal se aplace dos años o quieren que el BCE monetice deuda y acabe con la política de austeridad y disciplina.

Es evidente que Rajoy, si gana las elecciones, no podrá mantener a España en silencio en estos asuntos y tendrá que intervenir con un diseño propio que garantice los objetivos que desee conquistar. Entiendo, por lo dicho el jueves por el candidato del PP, que el primero es mantener a España en la zona euro y si es en la reforzada mejor.

Rajoy tiene todo un elenco de eurodiputados populares capaces de articular una política que permita resituarnos como protagonistas en Europa. Ahí están Antonio López-Istúriz o Íñigo Méndez de Vigo, pero quizás quien mejor entiende las derivadas económicas sea su amigo José Manuel García-Margallo, vicepresidente de la comisión de asuntos económicos y monetarios del Parlamento Europeo, y autor de una iniciativa política para resolver la crisis del euro, enunciada este verano, pero que quedó desbordada por los acontecimientos. También se apunta el nombre de Miguel Arias Cañete, portavoz económico del PP en la primera legislatura de Zapatero, como un actor fundamental en Europa. Todo indica que la política exterior volverá a ser un vector de nuestros intereses económicos como nunca debió dejar de serlo.

john.muller@elmundo.es